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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 8 de octubre de 2021cermi.es semanal Nº 453

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

25º Aniversario del CERMI

Jaime Alejandre, exdirector general de Coordinación de Políticas Sectoriales de la Discapacidad

En el 25º Aniversario del CERMI

02/10/2021

En primer lugar quiero dar mi felicitación al CERMI por acercarse a sus Bodas de Plata. Parafraseando a Churchill, creo que al CERMI se le debe aplicar con toda justicia aquello de que "nunca tantos debimos tanto a tan pocos".

Jaime Alejandre, escritor y exdirector general de Coordinación de Políticas Sectoriales de la Discapacidad Foto: Jorge VillaSí, es indudable lo que tantos españoles debemos al CERMI como promotor de políticas de inclusión que, a través de acciones para su propio colectivo, han supuesto un beneficio universal. Por ejemplo:
 
En el ámbito espiritual, el aporte del CERMI para dignificar y hacer más decente nuestra sociedad al completo es algo innegable.
 
Y en el ámbito más tangible, todas aquellas medidas concretas que el esforzado mundo de la discapacidad organizada ha conseguido, en su génesis aparentemente “solo” para los casi cuatro millones de personas con discapacidad en España (llegando a los diez millones cuando consideramos también, como es debido, a sus familias), en verdad han tenido un ámbito de repercusión que abarca a toda la población. El diseño universal: rebajes en las aceras, semáforos sonoros, ordenadores más amigables o cartelería explicativa de lectura asequible, suponen un apoyo  indispensable para todos: personas mayores, niños, accidentados, inmigrantes…
 
Pero no solo eso, porque la aportación de la discapacidad a la expresión artística también me parece un patrimonio puesto en común para todos los españoles que no se debe dejar de valorar. Ahora ya lo vemos con cierta “normalidad”, pero fue hace apenas diez años cuando asistimos a las primeras canciones o a la primera antología de poesía española interpretadas en LSE, ampliando así la propia incidencia emocional de esas canciones y poemas, añadiendo una nueva perspectiva, no solo comunicativa, sino artística: manos que vuelan y hablan. Que nos hacen volar, emocionarnos, asombrarnos.
 
Y lo mismo la contribución de personas del espectro autista a la creación artística plástica, por ejemplo.
 
Así que no solo enhorabuena por vuestro próximo aniversario sino gracias, gracias siempre, gracias todos.
 
Ahora bien, para responder a la pregunta que Luis Cayo me hizo, “¿Cómo forjar buenas políticas futuras de discapacidad?”. Debemos considerar que cuando hablemos de discapacidad, de dependencia y diversidad humana tengamos en mente a Plotino. Hace casi dos mil años ya sabía que “por más que las distintas partes estén separadas en el espacio y parezcan enfrentarse unas a otras, cada una depende de todas las demás”. Es la obligación de los que ejercen políticas públicas para el futuro y para la comunidad y no para el egoísmo individualista, generar normas, estrategias, obligaciones, leyes desde la perspectiva de la inclusión universal.
 
Pero cuidado, una cosa es la evidencia de que todos tenemos capacidades diferentes y otra la de que las personas con discapacidad suman a su talento una panoplia de dificultades para desarrollarlo, que es indecente en una sociedad del siglo XXI.
 
Es más, no olvidemos que, en la realidad contemporánea occidental en la que vivimos, lo que predomina en demasiados ámbitos es la falta de talento y una cultura contraria al esfuerzo. Justo lo contrario de las personas con discapacidad, ya sean atletas paralímpicos de los que en Tokio han ganado un buen puñado de medallas inspiradores para todos, o ya sea esa legión de otros atletas sin condecoración que son los que acuden cada mañana a enfrentarse con las barreras físicas, laborales, educativas y de empatía de nuestras ciudades, pueblos y campos.
 
Sepamos que las personas con discapacidad hoy son el modelo que debe seguirse: su capacidad para superar la contrariedad, su tenacidad y esfuerzo, su visión de la actividad en función de objetivos de ejecución y no solo de resultados, su reivindicación de la sustitución de la dialéctica de la competitividad por la dialéctica de la cooperación. Todo ello coloca a la discapacidad en el punto de mira del ejemplo a seguir.
 
Tras esta premisa vayamos aún con otra más antes de proponer proyectos concretos para la política de discapacidad del futuro inmediato.
 
Creo que las personas a las que el azar les concede una posición privilegiada en un momento de la historia (como nos sucedió a los hoy aquí presentes en la modesta función de ser Directores Generales de Discapacidad en un país periférico como España) se les debe exigir hacer un esfuerzo por estar a la vanguardia del entendimiento ontológico de su propia  época. O sea, ya que se nos permite intentar modificar la realidad, tenemos el deber de abordar esa realidad y la política en concreto desde la perspectiva de la mecánica cuántica contemporánea y no desde la superada copernicana. O sea, a efectos del espíritu y de las políticas sociales, hay que optar por los cambios significativos, las mutaciones revolucionarias y no someterlo todo a la lenta y complaciente evolución de las cosas. 
 
Hay que superponer la complementariedad a la conflictividad; la unidad en lo diverso a la confrontación de contrarios. “¿Es la luz una onda o una partícula? Puede ser las dos cosas a la vez”, dijo el físico Bohr. Debe ser las dos cosas a la vez. Y los humanos somos todos onda y corpúsculo a la vez. La política debe honrar esta realidad.
 
Sabemos, sin embargo, que el egocentrismo neoliberal, aunque ya renqueante y puesto en duda tras el efímero imperio del Pensamiento Único que nos condenaba al dogma y la ignorancia, quiere seguir imponiendo el individualismo y el sálvese quien pueda sobre la comunidad y lo colectivo. No lo conseguirán.
 
Transformar la sociedad pese al credo imperante y hacerlo convirtiendo ideas en leyes y en derechos y deberes, obligaciones y logros, es la misión de quien pretenda ejercer políticas públicas sociales. Y hoy es evidente que debe hacerse con lo que en Japón llaman el kikubari, la capacidad y habilidad de hacer la vida fácil a los demás anteponiendo sus deseos a los nuestros, adelantándonos a sus necesidades en aras de la convivencia y el bienestar general.
 
De modo que tras estas premisas, pasando ya de las musas al teatro, creo indispensable:
 
Establecer presupuestariamente una garantía de renta adicional para las personas con discapacidad y sus familias que incluya un plan de choque dotado con ayudas específicas con el objetivo de romper la brecha de coste de la vida de las personas con discapacidad y sus familias, las cuales sabemos que afrontan un 25% más de gastos (añadido a los menores ingresos) para ejercer simplemente su vida en comunidad en condiciones de igualdad con el resto de ciudadanos.
 
Combatir la pobreza y la exclusión haciendo valer los principios de no discriminación e igualdad de oportunidades para garantizar una vida independiente y plena. La renta básica que algunos reivindicábamos hace veinte años, apenas ha llegado a nuestro país y no ha hecho que se tambalee el edificio de nuestra sacrosanta economía de mercado. Así que el camino ya lo sabemos. No esperemos veinte años para establecer esta renta garantizada adicional para las personas con discapacidad.
Todo ello pasa, además, por una activa política laboral y educativa al coste que sea necesario. El talento de casi cuatro millones de personas lo demanda.
 
Así, hablando de factores economicistas, en el ámbito del mercado de trabajo otra propuesta concreta sería establecer un Salario Mínimo Interprofesional diferenciado para las personas con discapacidad, más alto, en un porcentaje similar a ese mayor coste de sus vidas, en aras a romper la brecha social antes citada.
 
Y en el ámbito educativo, debe invertirse el esfuerzo económico y de actividad que sea necesario para garantizar que la educación, desde la escuela primaria a la formación universitaria cuente con los apoyos individualizados en medios materiales y personales, repito, los que sean necesarios, al coste que corresponda.
 
Si el derecho de conectividad y de expectativa de actividad económica, cultural, etcétera de algunas poblaciones en la España Vaciada demanda inversiones multimillonarias, hay otra España Abandonada de cuatro millones de españoles que demanda también atención pública prioritaria. Más aún cuando toda inversión en las personas con discapacidad, si se le aplica un análisis de ciclo de vida justo y no sesgado, demuestra que arroja retornos innegables: en una primera fase la incorporación masiva al mercado laboral de las personas de apoyo a las personas con discapacidad (en las universidades, los colegios, los hospitales, los bancos…) y, después también con la futura inmediata incorporación masiva de las propias personas con discapacidad a la actividad en la sociedad en la que viven.
 
Por último, toda inversión pública (subvenciones, infraestructuras…) deberán cumplir las máximas obligaciones de inclusividad. No se trata de dar unos puntos más en un concurso público o una convocatoria de ayudas sino de que sea un requisito indispensable y excluyente para tener acceso a la financiación pública. No es imposible ni utópico. Personalmente, me he preocupado por llevar la perspectiva de la inclusión de la discapacidad a todos los ámbitos sectoriales en los que he trabajado, en los que siempre hay el margen más importante de reforma y revolución de nuestra sociedad.
 
Permítaseme recordar que la primera vez que unas subvenciones públicas incluyeron un requisito indispensable (no mayor valoración, sino requisito sine qua non, repito) fue la norma salida de mi subdirección general en el Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales del Ministerio de Cultura, según la cual para promover la accesibilidad audiovisual a las producciones cinematográficas, las ayudas públicas al cine quedaban condicionadas a que las películas y series incluyeran desde el inicio subtitulado y audiodescripción. Como escritor he garabateado demasiados párrafos. Ninguno del que me sienta tan orgulloso como de éste.
 
Por ello creo, finalmente, que en cada ministerio debe haber una unidad encargada de la política sectorial de discapacidad. Y la DG concreta de Discapacidad (a la que se glosa hoy en este acto) debería encargarse solo de lo directo: subvenciones a las asociaciones, la elaboración de estudios de medidas futuras... pero no ocuparse y preocuparse de la incorporación de la perspectiva de la discapacidad en cada ámbito sectorial. En un país avanzado, eso debe ser responsabilidad de cada ministerio, igual que la variante medioambiental. Eso era lo que pretendían la Estrategia de Cultura para todos y la Estrategia española sobre discapacidad 2012-2020 que aprobamos durante mi paso por la DG.
 
Se me rebatirá que estas propuestas son imposibles porque no hay dinero suficiente… En fin… Tras 39 años de servicio público, aún conservo cierta insensatez, así que, puestos a aspirar, aspiro a que algún día, cuando se aprueben estrategias, proyectos, actividades relacionadas con la discapacidad, el BOE no incluya la penosa ubicua frase de “La aprobación de la presente Estrategia no supondrá incremento del gasto público”.
 
Con que pueda suponer el incremento de gasto público equivalente a un kilómetro de vía de alta velocidad o al de la hélice de una fragata de combate, me conformaría. Y si hace falta más financiación, aprobar leyes justas de tributación de grandes fortunas corporativas no es utópica solución. Los años no pasan en balde, repito, con eso me conformaría, que soy yo ya de buen conformar.
 
En fin, ahora para que hoy se recuerde algo de lo que digo, volveré a valerme de Churchill, que es garantía de éxito. Acabo ya, porque Sir Winston decía que no le importaba que la gente mirara el reloj durante sus larguísimos discursos. Pero sí se preocupaba cuando la audiencia empezaba a dar golpecitos a sus relojes pensando que se les habían parado.
 
No os veo, pero supongo que más de uno ha llegado a ese límite con mi intervención así que concluyo.
 
Felicidades otra vez al CERMI, gracias al mundo de la discapacidad por haberme prestigiado siempre con su amistad sin merecer yo tal honor y ahora hacerlo patente regalándome una placa que dignifica mi existencia.
 
Os aseguro que estará pronto en mi casa en Tokio y me acompañará siempre allá donde sea que vayan mis caminos, que en mi caso de nómada irredento, ya sabéis, significa no pocas geografías.
 
Salud.
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